
Por suerte los Neurólogos de todo el mundo siguen interesados por los fenómenos gráficos. Los investigan porque los encuentran sensibles a distintas enfermedades y, mientras indagan esos temas grafopatológicos por interés propio, descubren los marcadores de autenticidad que necesitan los peritos calígrafos para sustentar sus dictámenes.
En esta oportunidad los científicos avanzaron sobre un tema de fondo para nuestras profesiones: la detección del trazado automatizado, fluido, una propiedad que suele estar presente en las escrituras sanas y que también colabora en la identificación de escrituras auténticas. Su ausencia se manifiesta en el aspecto morfológico, aumento del tiempo de producción y disminución de la velocidad, signos muy difíciles de cuantificar en escritos convencionales (sobre papel).
Ya en 2001 una investigación realizada por Neurólogos de Universidades de Alemania y el Reino Unido da cuenta de este tema fundamental en “Correlaciones cerebrales de la escritura rápida y lenta” (1). Más allá de su minucioso despliegue neurológico, nos circunscribimos a los datos imprescindibles que nos aporta la Neurología como ciencia auxiliar en el reconocimiento de los dos procesos que subyacen, respectivamente, a la producción gráfica voluntaria y a la producción automática:
1) El sistema de control del movimiento voluntario que se realiza por retroalimentación sensorial a lo largo de la producción gráfica (bucle o lazo cerrado)
2) El sistema de control del movimiento automático, predictivo que se concreta a partir solo de una señal de entrada, sin retroalimentación a lo largo de la producción gráfica (bucle o lazo abierto)
La aparición de la escritura sobre tableta permitió lo que hasta el momento era imposible: contabilizar el número de inversiones de velocidad, NIV. No se trata de los grandes cambios de velocidad que se producen en un escrito espontáneo y seguro, sino de las micro oscilaciones de la velocidad que revelan los titubeos propios de la falta de fluidez de una imitación o una escritura patológica,
Este marcador gráfico muchas veces difícil de valorar de manera objetiva en la escritura convencional mediante los instrumentos tradicionales, al contrario, se objetiva fácilmente en escritura en tableta, analizada por un soft que no solo permita visualizar los puntos de inversión de velocidad sino contar, cotejar y obtener la diferencia porcentual entre una escritura auténtica y otra imitada o un escritura sana y otra patológica.
En el estudio citado “se pidió a los participantes que escribieran el verbo alemán «bellen» («ladrar») a su velocidad normal (es decir, escritura rápida en bucle abierto) y que escribieran aproximadamente a la mitad de su velocidad normal sin retroalimentación visual. La segunda tarea requirió una modificación continua de la salida motora de acuerdo con la retroalimentación cinestésica de la mano (es decir, escritura lenta en bucle cerrado)”, la cual registró un aumento de NIV.
La imagen (ejemplo propio) ilustra cómo fue la prueba realizada con la palabra “ladrar”, que posee 3,41 NIV por centímetro en su versión de bucle abierto, rápida y automatizada y 35,83 NIV por centímetro en su versión de bucle cerrado, lenta y sin retroalimentación visual. La gran diferencia en la cantidad de puntos se observa directamente sobre el trazado de ambas palabras. Pero no siempre las diferencias son tan notorias a la vista. En esos casos, los gráficos de barras expresan la diferencia de manera numérica y proporcional. Por último, la diferencia porcentual de 951,67 puntos se expresa también en la tabla de datos.
Si fuera necesario incluir en un peritaje el detalle de los focos que en la tomografía por emisión de positrones (PET) mostraron un aumento gradual en la activación funcional en paralelo con el aumento de NIV medio por trazo, la investigación “sugiere que este conjunto de regiones cerebrales está particularmente involucrado en el procesamiento de movimientos de escritura lentos de circuito cerrado”: la corteza sensoriomotora primaria izquierda, la corteza premotora lateral derecha, la corteza parietal anterior izquierda, el putamen anterior izquierdo, el área motora suplementaria rostral izquierda y el precuneo derecho.
Sin embargo, habiendo ya diferenciado claramente ambos procesos y su evidente impacto en el gesto gráfico, no parece necesario sumar tanto detalle neurológico, propio de un peritaje médico.
(1) Siebner, H. R., Limmer, C., Peinemann, A., Bartenstein, P., Drzezga, A., & Conrad, B. (2001). Brain correlates of fast and slow handwriting in humans: a PET-performance correlation analysis. The European journal of neuroscience, 14(4), 726–736.
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