Thomas Alva Edison en 1876 sentó las bases de los estudios sobre velocidad escritural cuando, después de perfeccionar la máquina de escribir, inventó la copia mimeográfica y, enseguida, la pluma eléctrica. Se trata de un dispositivo para escribir mediante pequeñas perforaciones en un papel especial que permitía el entintado para hacer copias.
Más tarde, entre sus múltiples estudios grafológicos, Alfred Binet la utilizó para establecer la velocidad objetiva, aquella que Crepieux-Jamin se lamentaba de no poder medir en una escritura ejecutada en condiciones no experimentales, ya que en ella solo se puede medir la velocidad de rendimiento (letras por minuto).
Con este artefacto, Binet relacionaba la cantidad de puntos por centímetro recorrido con la rapidez del movimiento escritural: cuanto más cercanos estaban los puntos, más lento era. Exactamente como ahora lo mide y representa la tecnología informática por la que se realiza la captura biométrica de la escritura.
Unas imágenes del invento de Edison y las pruebas de Binet dan una idea de lo difícil que era la investigación sobre escritura en aquellos tiempos por lo complicado de los instrumentos, frente a la simplificación de los actuales softs.
Agregamos un bonus track para el invento de Edison: 15 años después de su patente, Samuel O’Reilly adaptó el mecanismo para hacer tatuajes… Aquí va el «plano» de aquel primer artefacto.
Imágnes de
http://leporollak.hu/tudomany/guillemi/GUIL573.JPG
https://www.juxtapoz.com/illustration/slow-motion-tattoos/
http://www.librosmaravillosos.com/biografia%20edison/capitulo07.html
Deja una respuesta